* EL BENEFICIO ALENTARÁ LA VISIBILIDAD DE LOS CONTRIBUYENTES ANTE EL FISCO
Con bombo y platillo, rodeado de líderes empresariales y muchachos de primaria, el presidente Felipe Calderón anunció esta mañana que decretó la deducción de colegiaturas en instituciones educativas privadas de preescolar a bachillerato, hasta por un monto equivalente al costo promedio por alumno en esos niveles educativos en el sistema público.
¿Eso significa que si usted paga ese tipo de colegiaturas va a poder ahorrar algo de lo que paga en la cada vez más costosa educación privada? Lamento decirle que no es así de fácil. Para obtener el beneficio la mayor parte de los interesados tendrá que invertir en tiempo y, lo más importante, hacerse visible ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT) por el total de sus ingresos.
¿A cuánto asciende el beneficio? De acuerdo con organismos observadores de la educación en México, validados por la Secretaría de Hacienda, el costo promedio de un alumno en escuelas públicas asciende a casi 13 mil pesos por año en primaria y a alrededor de 24 mil pesos en bachillerato. Como la deducción anunciada se aplica al pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR), el beneficio máximo será hasta de tres mil 900 pesos para un alumno de primaria, y de siete mil 200 pesos con uno de preparatoria.
Pero aquí aparecen las complicaciones. Para que pueda obtener la deducción fiscal tiene que declararlo a Hacienda, y enterarle no sólo de esta aspiración, sino de todos sus ingresos. Y a menos que usted gane más de 320 mil pesos al año, o tenga más de un patrón (tanto en trabajos fijos como por honorarios) hasta ahora la mayor parte de los contribuyentes no tiene necesidad de realizar su declaración al SAT por todos sus ingresos. De los casi 16 millones de mexicanos contribuyentes físicos que podrían aspirar a obtener esta deducción de colegiaturas, no suman dos millones los que realizan el trámite.
Si usted es contribuyente, y es su único patrón quien hace la declaración por usted, tendrá que avisarle que usted se hará cargo de hacer la declaración, como ya ocurre con quienes, por ejemplo, buscan reducir el pago del impuesto deduciendo gastos médicos, de seguros o funerarios, por ejemplo. ¿Estarán el grueso grupo de contribuyentes exentos de declarar dispuestos a asumir este trámite engorroso, por poner un ejemplo, que le pueden dar un beneficio de hasta 11 mil 100 pesos al año si tiene un hijo en primaria y otro en bachillerato en colegios privados, y eso si no comete algún error en el pago anual? Parece poco probable.
Para el fisco, en cambio, la deducción será un aliciente para motivar a que más mexicanos declaren sus ingresos y paguen los impuestos correspondientes.
Esto no quiere decir que la deducción no sea beneficiosa para la población. Sí lo es, pero sólo para la minoría que ya está obligada a realizar personalmente su declaración, porque sus ingresos son relativamente altos o porque son menos “cautivos” que los asalariados con un solo patrón.
LOS OTROS DAMNIFICADOS
Los que no estarán conformes con el anuncio presidencial de esta mañana serán los directivos de las instituciones de educación superior privadas que desde hace muchos años, sobre todo desde el interior de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), han reclamado al gobierno que sus colegiaturas sean deducibles de impuestos.
Sus motivos están claros: cada vez más familias prescinden de inscribir a sus hijos en la educación superior privada por dos buenos motivos: los costos, que suben a mayor velocidad que los salarios, y porque cada vez más perciben que una licenciatura no garantiza un buen empleo posterior. Siete de cada 10 desempleados en el país tienen estudios superiores. Las universidades privadas urgen a la deducción de sus colegiaturas porque están viviendo una caída de inscripciones por estas dos razones.
En la exposición de Felipe Calderón en Los Pinos tácitamente se les excluyó, pues el presidente sólo dijo que para las colegiaturas de estudios de licenciaturas y de posgrado “más adelante” anunciará un sistema de créditos educativos, lo que no corresponde con lo que las instituciones han demandado.
En el fondo, hay un problema mayor: la desconexión entre educación superior y sectores productivos que margina a buena parte de los jóvenes con una profesión, a los que muchas veces no les queda más que emplearse en tareas con bajos sueldos para los que no se prepararon.
Este problema mayúsculo sigue siendo un dilema enorme para México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario