jueves, 13 de agosto de 2009

Huellas eternas

Probablemente los colegas periodistas recordarán una famosa novela de ciencia ficción donde la investigación policiaca se basaba en una técnica que recogía las huellas de todos los sucesos ocurridos, captando las ondas que eternamente quedaban atrapadas en las paredes y todo el entorno físico del suceso.

Así, si se quería perseguir un asesinato, bastaba con llegar con el artefacto adecuado, "leer" el lugar donde presuntamente sucedió y asomarse a la pantalla para ver, con detalles, cómo se había cometido el delito, como si fuera una película.

El periodismo se ha enriquecido notablemente con internet, por las huellas perennes que todos los que la usamos vamos dejando de nosotros mismos. Lo que antes era obra de reporteros artesanos, una labor que no desaparecerá, que buscaban en documentos y testimonios hilar historias y noticias, hoy se ve complementada con un buscador informático, una forma de preguntarle con sentido lógico a la red y, Voila!, nos encontraremos con una gran cantidad de datos que no eran de dominio público. Mucha será basura para el propósito que se persigue, pero siempre habrá perlas.

¿Saben lo que significa "googlear a una persona"?

Ayer, en mi trabajo cotidiano como editor, trabajé una nota de Reuters que, con el testimonio de un par de asesores laborales estadounidenses, sugiere a los jóvenes internautas que buscan un empleo que la red puede contener datos de ellos que para un funcionario de recursos humanos que evalúa candidatos para un puesto laboral atractivo pueden implicar su rechazo del interesado, así sea laboralmente apto para ese empleo.

La nota la pueden leer en http://www.informador.com.mx/economia/2009/128610/6/los-datos-personales-en-internet-pueden-frustrar-un-empleo.htm

Alguna vez tuve en mi trabajo tuve una contrariedad con un funcionario consular, quien previamente había solicitado que publicara que, en adelante, quienes gestionaran una visa para ingresar al país para el que trabajaba debían bajar en línea un formato, en lugar de llenar un formulario impreso. Con el fin de que los lectores comprendieran la consecuencia de la innovación tecnológica, sugerí que pensaran que, así como Jack Bauer, el agente antiterrorista de la serie 24, podía obtener un perfil completo de cualquier sospechoso gracias a internet y el manejo sofisticado de información, el gobierno de ese país estaba generando fuentes interesantes sobre los presuntos parientes de indocumentados en esa nación, incluyendo la dirección de la computadora desde la que se había obtenido el formulario.

Por ello me merecí del funcionario consular el reproche de "periodista que interpreta erróneamente la realidad, como si fueran novelas policiacas". Por cierto, nunca negó que lo que yo alerté fuera falso, del todo.

(A propósito, saludos al funcionario consular, cuando le llegue este texto a su pantalla de computadora).

El periodismo se ha benefiado enormemente con internet, pero los datos personales se han vuelto mucho más accesibles, gracias a las huellas eternas que vamos dejando.

¿Ya recordó el nombre de la novela a la que aludí al principio?