martes, 24 de agosto de 2010

Belleza y tragedia

Desde anoche en redes sociales y medios digitales electrónicos, y hoy a lo largo del día, uno de los temas dominantes es que una tapatía ganó el concurso Miss Universo. Desde programas de análisis a los más superficiales, no han dejado de tocar el tema. “Tenemos a la mujer más bella del planeta”; “Ganó México”; “Somos el país con el hombre más rico y la mujer más bella del mundo”; “Es un triunfo de la frivolidad mexicana”.
Mientras eso sucede en los medios, la población en general, menos crítica, habla del tema con satisfacción, en términos generales, como un logro compartido, propio, que da tema de conversación y que permite olvidar, así sea un poco, sus problemas personales.
Parece cuestión de generaciones. En 1953 otra jalisciense, Ana Bertha Lepe, fue orgullo nacional por haber quedado en tercer lugar en el mismo certamen. En 1991, la bajacaliforniana Lupita Jones alcanzó la corona del concurso.
Ambas han sido tocadas por la tragedia. Jones se vio involucrada en el reciente caso del Bar Bar y el ataque al futbolista Salvador Cabañas, pues el dueño del lugar, Simón Sharaf, fue su novio.
Lepe todavía sufrió más, pues su padre, Guillermo, mató a balazos al novio de Ana Bertha, Agustín de Anda, sin que se aclarara el motivo de semejante rivalidad. Ella subió de peso, hasta rebasar los 100 kilogramos, se lesionó la columna vertebral y adquirió problemas hepáticos y gástricos.
La belleza es sociológicamente un paradigma aspiracional. Pero es un valor muy fuerte para las relaciones humanas, la mercadotecnia y la seguridad. En otras palabras, produce vínculos personales, dinero y tranquilidad. Pero acarrea costos. Las historias de Ana Bertha Lepe, Lupita Jones y varias “reinas” de belleza ligadas con narcos, políticos y empresarios van dejando una estela de tragedias.
¿Cuál será la de Jimena Navarrete Rosete? Si ocurre, también dará qué hablar, como hoy.

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