lunes, 21 de febrero de 2011

Las elecciones de 2012, escenario de una vieja rivalidad de ex amigos

• CAMACHO Y SALINAS CRECIERON EN LA POLÍTICA COMO AMIGOS Y ALIADOS. HOY CULTIVAN SUS FUERZAS COMO ANTAGONISTAS.
• A TRAVÉS DE DE LAS ASPIRACIONES DE EBRARD Y PEÑA NIETO, AMBOS ACTUALIZAN UNA VIEJA Y PROFUNDA RIVALIDAD

Dieciocho años después, México se encamina a una espectacular revancha en la enemistad de dos de los estrategas políticos más lúcidos y pragmáticos del país: Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís.
Amigos por años, como ambiciosos jóvenes con posgrados en el extranjero y apasionados por la política que arribaron en 1988 al poder con el cuestionado triunfo de Salinas, compartieron el compromiso de mantenerse unidos para transmitirse la Presidencia de la República por más de un sexenio. Sin embargo, en 1993 sufrieron un desencuentro del que no se recuperarían hasta ahora, y por el que ambos operan para vencerse en 2012.
Aunque todavía faltan episodios previos y la solución de muchas circunstancias, ambos se encaminan a disputarse la Presidencia de la República. Será su gran y anhelada revancha.

Anhelos para 18 años

Con Luis Donaldo Colosio, Raúl Salinas de Gortari, Emilio Lozoya y Patricio Chirinos, Carlos Salinas y Manuel Camacho formaron un sólido clan político dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con la expectativa de alcanzar el poder. Ganaron la candidatura presidencial del partido para Carlos Salinas y, en un proceso electoral ensombrecido por las dudas, se alzaron con el control casi absoluto del gobierno federal.
Cómplices en las aspiraciones políticas, conformaron el Grupo Compacto, con el objetivo de extender su dominio por otros 12 años en el poder. El pacto se rompió el 23 de noviembre de 1993, cuando se proclamó a Colosio como candidato del PRI a la Presidencia. Manuel Camacho se negó a felicitarlo, expresó públicamente su enojo por no haber sido el elegido y renunció a la jefatura del Distrito Federal.
En una secuencia vertiginosa, Salinas nombró a Camacho secretario de Relaciones Exteriores, pero unas semanas después volvió a renunciar con el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para convertirse en comisionado para el Diálogo de la Paz en Chiapas. Colosio, en una campaña que sufrió por destacar, intentó elevar su perfil con un discurso en la sede del PRI, el 6 de marzo de 1994:
“Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”, dijo Colosio, quien dos semanas después fue asesinado en Tijuana.
Luego del sepelio, Ernesto Zedillo Ponce de León, coordinador de la campaña de Colosio, fue nombrado candidato sustituto del partido tricolor. Al final ganaría la elección presidencial.
El Grupo Compacto se convirtió en grupo fracturado.

Empollan presidentes

Durante el sexenio de Zedillo, Salinas y Camacho se retiraron de la política activa. El primero se refugió en Cuba y luego en Irlanda, agraviado por la detención y encarcelamiento de su hermano Raúl por evidencias de enriquecimiento inexplicable.
Camacho salió del ostracismo en 1999. Acompañado por su pupilo Marcelo Ebrard formó el Partido del Centro Democrático, que apenas alcanzó 0.6% de la votación de las elecciones presidenciales de 2000. Tres años después se afilió al Partido de la Revolución Democrática (PRD), convirtiéndose en estratega de Andrés Manuel López Obrador, quien aspiraba a buscar la Presidencia de México en 2006.
Luego de este proceso electoral, Salinas se instaló en México, y gradualmente se colocó como el alma del futuro político del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto para convertirlo en la opción fuerte del PRI para las elecciones presidenciales de 2012. Camacho, al tiempo que asistía a las labores de protesta de López Obrador, fortaleció a Ebrard hasta llevarlo a la jefatura del Distrito Federal.
Salinas y Camacho, cautelosa y hábilmente han venido operando para llegar como las alternativas fuertes en la contienda presidencial del próximo año.

La esperada revancha

Peña Nieto alcanzó hace meses la mejor popularidad de todos los aspirantes a convertirse en el próximo mandatario de México. Su equipo de campaña, alimentado por Salinas, enfrenta el reto de preservar la imagen de Peña, evitando la división del PRI con aspirantes frustrados y dispuestos a cambiar de partido.
Ebrard ya es el segundo en popularidad. Guiado por Camacho, tiene un camino más complicado para colocarse con posibilidades reales de ganar la contienda presidencial aunque los pasos que ya ha dado, al impulsar alianzas ganadoras con el Partido Acción Nacional (PAN) en Oaxaca, Puebla, Guerrero y Baja California Sur han abierto la posibilidad para aspirar al triunfo como candidato aliancista entre el PRD y otros partidos de izquierda y el PAN, ante la cada vez más escasa posibilidad de que surja un panista fuerte y la aparente inclinación del presidente Felipe Calderón por pactar la unión entre su partido y los perredistas para evitar el triunfo del PRI. El otro escollo es anular la posibilidad de que López Obrador mantenga su fortaleza para repetir en la contienda de 2012. En este aspecto, la licencia solicitada este fin de semana a su afiliación al PRD les puede ser de ayuda si logran que muchos de sus seguidores respalden finalmente a Ebrard.
Camacho y Salinas tienen una coyuntura próxima y casi definitiva en las elecciones al gobierno del Estado de México de julio próximo. En unos días más el PRI tendrá que elegir a su candidato para la contienda, con el riesgo de que se equivoque y el PRD y el PAN aprovechen el error para fortalecer una opción en alianza.
Sin embargo, los mayores retos para Salinas y Camacho son otros: afianzar estructuras territoriales fuertes en todo el país para asegurar un flujo fuerte de votos para sus asesorados y, al mismo tiempo, mantener la popularidad de Ebrard y Peña Nieto porque un amplio sector de los votantes, de 20 a 30%, resolverán su voto en función de la imagen consistente y convincente de cada candidato. Parece claro que en 2012 será amplio el sentimiento de que se votará no por partidos, sino por la popularidad que mantengan los candidatos fuertes.
Para ganarle a otro en su rivalidad política, en los siguientes 17 meses Carlos Salinas y Manuel Camacho tendrán qué redoblar la intensidad de su trabajo. Tendrán una esperada revancha a su ya vieja rivalidad.

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