• EL PRESIDENTE MEXICANO SE ENCUENTRA HOY CON OBAMA LUEGO DE EXPRESIONES INSÓLITAS CONTRA EL EMBAJADOR DE EU
• AMBOS MANDATARIOS YA TIENEN ENCIMA LA PRESIÓN DE PROCESOS ELECTORALES PRESIDENCIALES PARA 2012
Cuando este mediodía los presidentes de México, Felipe Calderón, y Estados Unidos, Barack Obama, se sienten frente a frente y se vean a los ojos, seguramente correrá un viento frío por el salón. Más allá de la agenda bilateral, en la que sobresale por mucho la inseguridad y el combate a la violencia de la delincuencia organizada en nuestro país, estará presente el trato que el mandatario mexicano ha dado al embajador estadounidense Carlos Pascual, ajeno a las formas diplomáticas.
En las últimas semanas Calderón ha dejado en claro que está muy molesto con Pascual. El colmo fue la entrevista bastante cortés que le hizo Roberto Rock y que El Universal publicó la semana pasada, en la que tacha al diplomático de ignorante, distorsionador y manipulador que “le echa mucha crema a sus tacos”. Y esta irritación, que alcanza la ira y el desprecio, ha tensado el encuentro de hoy entre los mandatarios y sus comitivas.
Hasta donde se sabe, la molestia de Calderón obedece a la divulgación desde noviembre pasado de los cables de Wikileaks sobre correspondencia entre el Departamento de Estado estadounidense y sus representaciones diplomáticas, que en el caso de México ha exhibido reportes sobre discoordinación, falta de estrategias efectivas, corrupción y filtraciones entre las fuerzas armadas y policiacas mexicanas, reconocimiento de funcionarios gubernamentales sobre la pérdida de control en algunas zonas del país y hasta dudas sobre la capacidad de liderazgo de Calderón.
La molestia se ha convertido en distanciamiento del gobierno mexicano hacia el embajador estadounidense, un trato inusitado por muchos años.
¿HABRÁ CAMBIO DE EMBAJADOR?
La ira y voluptuosidad de carácter de Felipe Calderón no son desconocidas. En 1997, recién había asumido la presidencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN), el también panista Carlos Castillo Peraza, aprovechando que fue una especie de mentor del hoy presidente de México, le escribió una carta lamentando su estilo de liderazgo: “Nadie puede darte gusto, das órdenes y las cambias, pides trabajos intempestivamente –lo que frena las tareas en curso– invades las competencias de todos, maltratas (a los colaboradores) verbalmente en público y mudas constantemente de opinión, tardas en tomar decisiones, das marcha atrás, no escuchas puntos de vista de tus colaboradores y haces más caso a ‘asesores de fuera’ que a los miembros del equipo que quisiste fuese el tuyo”. La publicación póstuma de esta carta permite tener un inusual testimonio cercano sobre su personalidad.
En México, los señalamientos y actitudes de Calderón contra Carlos Pascual han influido en que la opinión pública nacional estime que el mandatario exigirá en Washington el cambio de embajador, alentado por lo que parece más una frivolidad que un peligro real. Pascual sostiene una relación afectiva con una hija del líder de los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Francisco Rojas.
En Estados Unidos las cosas se ven de manera distinta. Según una nota de la agencia AP, firmada por Mark Stevenson, el secretario adjunto de Relaciones Exteriores de México, Julio Ventura, negó que en el gobierno haya desencanto con la labor del diplomático. “’Hay una relación directa e intensa’ con Pascual (...) La oficina de Calderón dijo que Pascual se ha reunido periódicamente con Calderón, a pesar de que los medios de comunicación locales sugieren que el presidente lo ha estado evitando”.
Por lo que señaló a El Universal, la irritación de Calderón contra Pascual se basa en lo que se pudo leer en los cables de Wikileaks sobre México. En todos ellos, aunque contravienen la versión oficial sobre la lucha contra la inseguridad en el país, no se ha encontrado razón alguna para acusarlo de pérdida de confianza. Y si no la hay, mal haría el presidente mexicano con exigir su cambio, independientemente de que la administración de Barack Obama lo conceda o no.
Como jefe de gobierno, Calderón tendría que privilegiar en su visita a Washington la colaboración binacional frente a un problema que ya agravia a la población en México. Tanto Estados Unidos como nuestro país se aproximan a unas elecciones federales que podrían verse influidas, de distintas maneras, por la inseguridad que vive nuestra nación. A ambos mandatarios les conviene llegar a acuerdos de beneficio mutuo, y quitarse de irritaciones personales.
Pero bueno, pesa el carácter de Calderón, descrito por quien lo ayudó a madurar como político.
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Para leer la entrevista a Calderón en El Universal:
http://www.eluniversal.com.mx/notas/746815.html
Para leer las cartas de Carlos Castillo Peraza sobre Calderón:
http://www.vanguardia.com.mx/carta_de_carlos_castillo_peraza_a_felipe_calderon-649634.html y http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/desnudan-cartas-a-felipe-calderon
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